Mesa* larga, de pies fijos, destinada a la sala de comer de los conventos; la que se situaba en el testero de la sala se denominaba mesa traviesa. La erudición tradicional consideró tales, erróneamente, a todas las mesas largas, incluso a las arrimaderas, del Renacimiento y del Barroco.
Quizá el mejor conjunto de mesas de refectorio españolas es el que se conserva en San Millán de Suso (La Rioja).