Arca* que se regala a la novia, y que contiene la dote. Es decorativa. Las más conocidas son las que se fabricaron en Levante, especialmente en Cataluña y Baleares, desde el siglo XV, que Mainar denomina de esponsales. La decoración va cambiando con los estilos, pero su estructura se mantiene, en lo fundamental, sin grandes cambios: la tapa* está decorada en su cara interior con el fin de permanecer abierta, protegiéndose el contenido con otra tapa no ligada a la estructura, que no suele conservarse; el panel* derecho de los dos o tres que constituyen el frente cuenta con una puertecilla que da acceso a tres o cuatro cajones*.
Las arcas de novia catalanas surgen a fines de la Edad Media. El tipo más temprano, que pervive durante el siglo XVI -la producción culmina en su primer tercio-, se decoran con pinturas -la Anunciación, santos protectores de la familia, etc- en el interior de la tapa y, en ocasiones, en el de la puerta -retratos de los desposados-; en los paneles suelen figurar escudos. El estilo de las pinturas se corresponde con los círculos de Barcelona y Vich. El barroco prescinde de la ornamentación figurada en favor de arquillos de talla aplicada y motivos vegetales, cuyo foco de producción se halla, según Mainar, en Lérida, con la particularidad de que las zonas próximas al Pirineo incluyen contrastes de color con madera de boj o de frutales. En el mundo provincial no industrializado perduró, durante largo tiempo, el uso de las arcas de novia.