Combinación de piezas de diversas formas, recortadas en maderas de distintos colores o teñidas, con las que se forma una composición figurativa, a la manera de una escena pictórica, que se encola sobre una superficie de madera maciza, o sobre un papel que, a su vez, se fija a ésta. A veces se denominan así las geométrias que se realizan de la misma manera (cfr. marqueterías que forman fondo*). Todas las piezas van enrasadas entre sí. Surge en el primer tercio del siglo XV, en torno a Florencia, para realizar en madera composiciones semejantes a las que por entonces se iniciaban en la pintura, sometidas a las nuevas reglas de representación espacial: las de la perspectiva y la ilusión de volumen. En este sentido, la marquetería en mosaico se convierte en un instrumento más de las investigaciones sobre la geometría, y sobre el orden y la representación de la naturaleza, que se traduce con todos sus matices. Se empleó en el norte de Italia para decorar mobiliario eclesiástico y civil, y también para revestir habitaciones completas, como la sacristía del Duomo de Florencia -Antonio Manetti y Giuliano da Maiano, 1436-45 y 1463-65- y los studioli del Duque de Urbino, en esta ciudad y en Gubbio. Estos conjuntos se caracterizan por los efectos de trampantojo. En el siglo XVI este sistema ornamental pasa de moda en Italia, pero toman el relevo las ciudades del sur de Alemania: Augsburgo principalmente, Colonia e Innsbruck (cfr. Marquetería alemana*). A partir del barroco las escenas figuradas se inscriben en chapeados más extensos, en general como motivo central, alcanzando su máxima perfección en la Francia dieciochesca.