Entre las formas de dinero tradicional*, además de las hachas* reales, existen diversas imitaciones. Algunas son de pequeñas dimensiones, como los bikuele* africanos o las hachitas centroamericanas y del área andina; otras están realizadas a tamaño real, aunque carecen de función práctica, ya que, debido a su extrema fragilidad, son inadecuadas para su uso como herramientas. En el actual Ecuador hay constancia de que, desde inicios del período incaico hasta etapas posteriores a la conquista, cuando ya circulaba la moneda* española pero había poca moneda fraccionaria* disponible, se utilizaron para los intercambios pequeñas hachas de bronce* de forma trapezoidal y filo curvo. En México, además de las piezas conocidas como tajaderas*, se han hallado otros objetos muy frágiles, confeccionados a partir de una fina lámina de cobre*, de hoja alargada, filo estrecho ligeramente convexo y lados paralelos que se abren en la zona del enmangue, que han sido considerados como cinceles o escoplos; su finalidad dineraria no está tan clara como en los otros casos, pero resulta muy probable que contaran con ella.