Pigmento* en forma de barrita o lápiz* preparado de ocres rojos* (arcillas* ferruginosas con presencia, habitualmente, de hematites*) de coloración roja oscura (a veces de tonos marrones), similar a la de sangre, de donde deriva su nombre. Se ha empleado desde mediados del siglo XV en las técnicas pictóricas para realizar dibujos, sobre todo por los artistas italianos del Renacimiento, como Leonardo (se le considera su primer gran maestro), Miguelángel o Raphael. Entre sus seguidores tuvo artistas de la talla de Rembrandt, Rubens, Watteau o Fragonard. A lo largo del siglo XVIII los yacimientos naturales de sanguina fueron agotados en Europa y, consecuentemente, su empleo en el dibujo casi cesó. En la actualidad se comercializan lápices de sanguina procedente de yacimientos americanos y también se prepara artificialmente con hematites pulverizado y purificado para evitar así los granos gruesos.