Pigmento artificial* empleado desde la Antigüedad para dibujar. Se preparaba mediante la combustión controlada de pequeñas ramas de árboles: las ramas se ataban en manojos, se metían dentro de un recipiente sellado y se dejaban en fuego lento durante muchas horas; una vez carbonizadas, se dejaban enfriar lentamente y se empleaban insertas en una caña o atadas a un bastoncillo. La dureza del carboncillo dependía de la madera* utilizada (se recomendaba el sauce, aunque también se mencionan ramitas de abedul, avellano romero, tilo o brezo) y del tiempo de carbonización. En la actualidad, además del carboncillo natural, se comercializan barritas de carboncillo comprimido, compuesto por antracita* o carbón* en polvo fino, mezclada con algún tipo de aglutinante*.