Con el término de "gíscola" se conocía tradicionalmente en España la cola animal diluida en agua que, se mezclaba, en la mayoría de los casos, con cola de ajo* para hacer la conocida ajicola*.
Cola* de origen animal, constituida esencialmente por gelatina* y por cantidades menores de otros elementos de origen orgánico e inorgánico. Las propiedades de las colas animales dependen de las materias primas y del proceso de su fabricación. Se extraen mediante una larga cocción de residuos animales, como pieles*, cartílagos, huesos* y espinas de peces*. Un tipo especial es la cola de pergamino* preparada con trozos de este material. Las menos puras se suelen llamar "colas fuertes" y las más puras "gelatinas", compuestas casi exclusivamente por colágeno*. Las colas más puras, como la cola de pescado* y la cola de pergamino*, fueron empleadas como aglutinantes* en algunas técnicas pictóricas (temple* y miniatura), mientras que el resto de las colas se usaron como adhesivos* para todo tipo de encolados. Las colas puras disueltas en agua* fueron empleadas habitualmente para asentar el oro* en el bol* para bruñirlo. La mezcla del yeso* con colas animales tuvo una gran importancia histórica en las técnicas pictóricas, debido a su amplio uso como preparación pictórica, sobre todo en la pintura sobre tabla*. A partir del siglo XVI se empezaron a utilizar aglutinantes mixtos, mezclando la cola con cargas, sustancias grasas resinas naturales y almidones*, para obtener preparaciones flexibles para los soportes* pictóricos de tela.