Las copias al carbón ofrecen gran calidad y permanencia de la imagen, ya que no se deshacen ni alteran el color y presentan gran contraste y una textura aterciopelada. Las copias al carbón con papel coloreado a veces se llaman cromotipias, pero no hay que confundirlas con la cromotipografía*.
Técnica fotográfica* pigmentaria inventada en 1855 por A.L. Poitevin y que todavía sigue en uso. El proceso consiste en extender sobre el papel una emulsión de gelatina bicromatada pigmentada (normalmente con polvos de carbón) y exponerla a la luz en contacto directo con un negativo. A continuación, la imagen se transfería a otro soporte por contacto, al desprenderse la emulsión del primer papel mediante un baño en agua caliente. A partir de 1860 comienzan a comercializarse papeles al carbón recubiertos con una capa de gelatina pigmentada y en 1864 J.W. Swan comercializa estos papeles en tres colores: negro, sepia y violeta (hasta finales de este siglo ya se podrían encontrar en el mercado 15 colores diferentes).