En España el bordado de realce conoce su apogeo en el siglo XVIII, sobre todo en piezas eclesiásticas. Cuando el realce sobrepasa bastante los límites del plano del tejido se le conoce también como "bordado recamado".
Bordado* en el que el motivo decorativo destaca en relieve sobre el fondo de la tela. Este bordado se lleva a cabo con cualquier técnica que permite dar cuerpo al motivo decorativo como, por ejemplo, formando dos pisos superpuestos de puntadas, el primero de los cuales queda totalmente oculto por el segundo. Otra posibilidad es emplear fragmentos de tela (o de otros materiales flexibles) recortados que se superponen al motivo decorativo para generar un mayor volumen y que, finalmente, se cubren con el bordado. Los hilos empleados en esta técnica de bordado suelen ser de oro plata (o de alguna de sus aleaciones) así como entorchados*.