Esta técnica aparece en la Península Ibérica durante la Edad del Bronce y Primera Edad del Hierro. El área de dispersión podría establecerse en torno al valle del Ebro y la Meseta oriental, siendo Cástulo el lugar más meridional donde hasta el momento se ha documentado.
Técnica de engobado* con arcillas mezcladas con grafito, lo que proporciona un acabado con tonos grises con un brillo muy vivo. El grafito también se podía aplicar a la superficie cerámica en polvo o, incluso, en forma sólida (mineral) frotándolo y con sucesivos bruñidos, hasta quedar adherido y brillante. En estos últimos casos, la superficie queda un poco grasienta y pulverulenta al tacto.